martes, 6 de abril de 2010

La Hora Zen: La Verdad del Zen

Foto de Omar Junior, Flickr.

"El maestro Tai Iu dijo en cierta ocasión:

- Monjes, estáis reunidos aquí y consumís muchas legumbres cada día. Pero si decís que son simplemente legumbres, iréis al infierno de cabeza. - y sin añadir nada más abandonó su estrado.

El monje Iun quedó estupefacto no sabiendo lo que el maestro quería decir. Fue a verle y éste le preguntó:

- ¿Qué buscas?
- Busco la verdad del Zen - respondió el monje Iun.
- Entonces vete a mendigar comida por los alrededores del monasterio. - le ordenó Tai Iu.

El monje obedeció humildemente y, algún tiempo después volvió a hacer a su maestro la misma pregunta. Tai Iu le dijo:

- El Zen no está lleno de grietas como el monasterio. Haz una buena provisión de carbón para calentarnos durante el invierno.

Iun, obediente, realizó lo que su maestro le ordenaba. Cuando hubo terminado, el maestro le mandó que reparara el techo. Iun pensó entonces que siempre le ordenaban cosas que no guardaban relación con las enseñanzas del Zen.

Estaba subido sobre un tonel reparando el techo, lleno de sentimientos contradictorios y en un estado de conciencia muy tenso, cuando los aros del tonel cedieron bajo su peso y cayó al piso.

Este incidente hizo que surgiera una ola de luz en su interior, y comprendió cómo el maestro le había enseñado. Se levantó y fue a ver a Tai Iu. El maestro le acogió sonriendo y dijo:

- Me siento feliz de verte así.

Iun se inclinó y se fue en silencio."

Este koan/relato lo saqué del libro "Introducción al budismo Zen" de Mariano Antolín y Alfredo Embid, uno de los primeros trabajos sobre el Zen realizados en España (1974), que afortunadamente vino a mí en una feria de libros por un costo realmente absurdo.

Les dejo además un fragmento del mismo libro, relacionado con el relato y con la búsqueda de la verdad Zen:

"La búsqueda zen, por el contrario, implica un ferviente deseo de sobrepasar las limitaciones propias del individuo y desencadena una gran inquietud, casi siempre acompañada de un agudo sentimiento de malestar. Que esta búsqueda se traduzca emocionalmente en tensión, o que esta tensión se traduzca intelectualmente en búsqueda, es irrelevante."

Cierro con mi reflexión. No se nos propone algo concreto que aceptamos indiscutiblemente. No aceptamos sin discusión ningun precepto. Algo nos inquieta, nos molesta, tenemos sed y no encontramos agua, aunque la bebemos todos los días. Hasta que sucede. Estamos concentrados y llega la paz.


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