miércoles, 24 de diciembre de 2008

Júbilo

El Júbilo es el antídoto para el miedo. El miedo surge si no disfrutas de la vida. Si disfrutas de la vida, el miedo desaparece.

Simplemente sé positivo y disfruta más, rie más, baila más, canta. Permanece más y más alegre, entusiasta sobre todas las cosas pequeñas, muy pequeñas. La vida consiste de cosas pequeñas, pero si puedes aportar la cualidad de la alegría a las cosas pequeñas, el resultado es tremendo.

Así que no esperes que suceda algo grande. Las cosas grandes acontecen, no es que no sucedan, pero no esperes a que eso grande ocurra. Sucede sólo cuando empiezas a vivir las cosas pequeñas, corrientes y cotidianas con una mente nueva, con una nueva frescura, vitalidad, entusiasmo. Entonces, poco a poco, acumulas, y esa acumulación un día estalla en puro júbilo.

Pero nadie sabe cuando sucederá. Uno ha de seguir recogiendo guijarros en la playa. La totalidad se convierte en el gran acontecimiento. Cuando recoges un guijarro, no es más que un guijarro. Cuando todos están juntos, de pronto son diamantes. Ese es el milagro de la vida. De modo que no necesitas pensar en esas grandes cosas.

Hay muchas personas en el mundo que se lo pierden porque siempre están esperando que suceda algo grande. No puede acontecer. Tiene lugar sólo a través de cosas pequeñas: comer, desayunar, pasear, darse una ducha, conversar con un amigo, contemplar solos un atardecer o tumbados en la cama sin hacer nada. La vida está compuesta de estas pequeñas cosas. Es la materia misma de la Vida.

(Osho)

¡Feliz Navidad!
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viernes, 12 de diciembre de 2008

El desayuno que me encanta

El Desayuno ( Luis Alberto de Cuenca )



Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.

Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.

Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».

T.A.
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