domingo, 16 de septiembre de 2007

El secreto de esa sonrisa

Tengo al Ávila en mis hombros, resplandeciente y verde, dándome cobijo bajo el inmenso cielo. Al contemplarlo olvido que escribo, olvido que hace poco estaba llorando, olvido que me sentía sola pues yo misma no me hacía compañía.

No sé si volver cenizas ésta historia o dejar que tome el teclado.

Esta travesía ha estado acompañada de bendiciones y de duras realidades. El rechazo y la incomprensión me dieron un amargo y estrecho abrazo. Sentir la violencia clavarse como puñal en mi alma, y que cruda y hambrienta va carcomiéndote los juicios en un mordisco brutal y súbito. Ver como parte de ti se entrega a ese sabotaje, y estás paralizada, frágil, victimizada. Dejándote devorar.

Honestamente prefiero encender la hoguera y que ese fuego purifique los rastros de los largos minutos en los que el asesino de mentes me atrapa. Aún lo hace, pero cada segundo que siento su aliento gélido, sus ojos saltones y vidriosos, voy conociéndolo mejor. Con la luz, los fantasmas terminan desvaneciéndose.

El miedo deforma aquello que somos, él patalea y amenaza, pero yo puedo continuar. Gracias al miedo he descubierto que la soledad es un estado interno, que somos nosotros la fuente de paz y que tenemos un poder subestimado sobre nuestra vida. No quieras eliminar al dolor, no arropes al miedo con cobijas, libérate de tus ataduras y apegos hacia el exterior y abraza todos los misterios por develar dentro de ti mismo.

No desees, hazlo tuyo. No te sientas feliz, sé feliz. Sueltáte y sé tristeza, dolor, alegría. Llora, corre, entrégate. Deja que lleguen las emociones a ti, deja que cada ser que vive en ti se manifieste a través de una emoción y déjalo existir. Todo esto será como la bocanada de humo que se va desvaneciendo hasta desaparecer. Tu alegría, tu tristeza, todo es finito, impermanente.

Recuerdo lo que me dijo un practicante del Zen: "nuestra vida es dolor y éste viene a causa de que giramos en torno a emociones y deseos. Si estamos FELICES, sentimos MIEDO de que nos quiten esa felicidad y nos da dolor cuando dejamos de estar felices. Si estamos TRISTES, sentimos RABIA por no ser felices y nos da dolor no experimentar mejor sentimiento. Si algo nos da PLACER, nos volvemos HÓSTILES para que nadie nos lo quite". Y así vamos en una oleada de emociones, tratando de evitar lo inevitable: LA VIDA. Vivir es cambiar, es sentir cada día, es sentir alegría, tristeza, rabia, dolor, la clave es aceptar que todo eso cambia, el desapego es la diferencia.

También recuerdo otras palabras acerca de una imagen de Buddha presente en el dojo. "Eso es un pedazo de madera. No es un dios que adorar, no es un ídolo al que arrodillarse. Está ahí para recordarnos que el Buddha era un ser humano como nosotros y que pudo alcanzar la Iluminación. La reverencia que se hace a él, en realidad es reverencia a tí mismo pues tú puedes alcanzar la Iluminación, todos somos un Buddha".

No habla un erudito, no escribe estas líneas algún aspirante a monje budista. Soy creyente en Dios y sus hermosos milagros cotidianos. Soy creyente en muchas cosas y desde ahorita, creo en mi misma. No es una religión, o quizás es la principal: la de tener fé en el ser humano.

Les dejo una frase:
"A menudo me preguntan cuál es, en mi opinión, el secreto de la sonrisa de Buda. Yo creo -sólo puede ser eso- que ríe para sus adentros por haber buscado durante tantos años algo que ya poséia"
(Paul Brunton)


"I must not fear. Fear is the mind-killer.
Fear is the little-death that brings total obliteration.
I will face my fear. I will permit it to pass over me and through me.
And when it has gone past, I will turn the inner eye to see its path.
Where the fear has gone there will be nothing. Only I will remain."
(Bene Gesserit Litany Against Fear, DUNE)

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