viernes, 16 de abril de 2010

La Hora Zen: Jugando al Escondite


"No existe nada que deba preocuparnos,
puesto que cada uno de nosotros
es la misma energía eterna del Universo
que juega al escondite consigo misma."

(Alan W. Watts)

El Satori, bastante mencionado en el blog, es el momento de iluminación al que se llega luego de un estado intenso de reflexión, observación y algunas veces hasta de forma accidental. Sabemos de nuestra conciencia racional, pero se plantea que es apenas un tipo de conciencia; para que los otros tipos de conciencia se manifiesten es necesario un estímulo muy preciso. Podemos vivir vidas enteras sin tan solo sospechar de esta posibilidad.

Generalmente en los relatos, se alcanza el satori de forma súbita. ¿Cuántas veces no hemos sentido el golpe de luz de una idea en nuestra cabeza? ¿Cuántas veces ha llegado a nosotros avisándonos de su llegada? Eh! Soy yo, la respuesta, aquí voy, ya llego, en 5 minutos, espérame, que hay mucho tráfico en tu cabeza, me tomo un atajo mejor, llego después de las 9.

Igualmente, no se llega al satori tras un camino racional, al menos no puramente racional. De pensar, podemos morir. Pero es cuando combinamos nuestro pensar, o muchas veces cuando lo abandonamos, que llegamos a ese momento. ¡Eureka!

El satori no tiene nada que ver con 'ver a Dios'. El Zen reconoce lo imperfecto del nombre, lo ve demasiado extraordinario. El satori es para todos, se alcanza tras cosas cotidianas: limpiar el techo de un monasterio, comer un plato de arroz, gritar, caerse de una escalera...

El satori es una ruptura. Algo se quiebra, las ataduras se aflojan, las cadenas se rompen. Ese hermoso sonido de la libertad. Nos libramos de nosotros, de los prejuicios, del mundo. Desnudos, comprendemos.
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