domingo, 24 de febrero de 2008

A orillas

Sentada, hundida en los pensamientos cubiertos de arena, hipnotizándome en el vaivén del sonido que bautiza mis pies, una y otra vez, divago.

Vuelan bajo los anhelos, el horizonte se expande como un reto y la duda rompe entre las rocas haciéndose nada en segundos. Era una gran ola la que venía, ahora son gotas esparcidas entre el cielo y el agua.

La sal sutilmente da el sabor a las emociones. Brilla entre cada grano como la esperanza que jamás desaparece.

Y de cada ola, de cada marea, contra o a favor de la corriente, después del choque que se produce al concretarse el segundo de vida que pasa a ser un recuerdo, llega el agua acariciándote. Sientes que el océano entero te toma en cuenta, aunque eres sólo otro grano más de arena en esa orilla desierta.

Y así encontramos el minuto de felicidad, desde la espera, la ilusión, la ansiedad, hasta sumergirnos en aquellos centímetros escasos de satisfacción que apenas tocan nuestros dedos.

Puedes levantarte y nadar... puedes profundizar en tus miedos y seguir nadando hasta ser parte de aquel manto azul. Ahogarte si caes en desesperación o bucear en los fondos y conocer que más hay detrás de la línea infinita de expectativas y desaciertos.

Caminar por sus orillas dejando una huella efímera, que sólo se marca en tu espíritu y tus ojos.

Todos desean ir a la playa. Cuántos realmente pasan por ella?
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