martes, 29 de agosto de 2006

The Phoénix is near

Puedo verla....

Acariciando aquel peluche de león, ojos radiantes de inocencia, de mirada indagadora y limpia. No entendía porque su ropa se teñía de gotas, sólo contemplaba el cambio. Pedía ayuda.

Perdóname...

Quisiera preguntarte tantas cosas. En tus respuestas hallar mis desahogos, mis culpas, mis alegrías.

Y te contemplo por horas. Mis ojos se inquietan, parpadeo sólo para no dejar caer la húmeda nostalgia que inunda el vacío en la garganta. Ni un parpadeo de más, no quiero que me abandone tu imagen, perder tu sonrisa blanca, aquella que nace sin nadie que la espere.

Pequeña y gigante. Aún te siento en mí, en esta cáscara frágil y seca que te ha quedado de hogar. No te has ido y ruego que nunca pienses en dejarme.

Soy yo, sin embargo, la que debe marcharse. No, no te atrevas a bajar la mirada. No me ofendas con lágrimas, los recuerdos no saben llorar.


No te dejo, no te vas. Nos vamos.



Tu belleza duele. Duele el espejo. Duele.



Toma mi mano. Guíame. Ayudame a salir...



No me dejes. No te vayas. Vámonos.



Vuelve. Tengo miedo.



¿Los Martes son los días en que te molestas conmigo? Los Jueves no son de nadie...

Debo cuidarla, que no sepa quien soy. Debo olvidar los recuerdos, su futuro. Debo olvidar, todo, no hay espacio. Sólo para sus juguetes y sus risas. Está cantando. Vengan todos a verla.

¿Contra qué debo luchar para no borrar jamás tu imagen de mis pupilas?

Debo dormir. No quiero pensar. Soñar con unicornios y flores turquesas y fucscias, ese es mi regalo esta noche. Cuidame. Cabalguemos juntas, lejos, al oeste.

Sonríe. Parpadea veloz el pasado, te escucho detrás de todas las voces que olvidé.

Estoy mareada. El frío del piso llega por la espalda. El sabor a cenizas anuncia el incendio.

¿El tercero?

¿El últi...? Estoy mareada. No veo nada.





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