- ¿Quién es el mejor en el uso de la espada? - preguntó el guerrero.
- Ve hasta el campo cerca del monasterio - dijo el maestro -. Allí hay una roca. Insúltala.
- ¿Por qué debo hacerlo? - preguntó el discípulo -. La roca jamás me responderá!
- Entonces, atácala con tu espada - dijo el maestro.
- Tampoco voy a hacer eso - respondió el discípulo -. Mi espada se rompería. Y si la ataco con mis propias manos, me haré daño en los dedos sin conseguir nada. Mi pregunta era otra: ¿quién es el mejor en el uso de la espada?
- El mejor es el que se parece a la roca - dijo el maestro -. Sin desenvainar la hoja, es capaz de demostrar que nadie conseguirá vencerla.
(Leído en Maktub, Paulo Coehlo).
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